Cuando los hijos se independizan forma parte de un ciclo vital normal dentro del sistema familiar. Sin embargo, cuando este momento genera sentimientos intensos como la tristeza, vacío, pérdida, soledad, ansiedad o irritabilidad, entre otros, aparece lo que se conoce como el “síndrome del nido vacío”.
Puede darse en ambos progenitores, aunque es más frecuente en las mujeres. Se debe a que uno de los principales roles que ha desempeñado la mujer ha sido el de cuidar, por lo que cuando su hijo se marcha, se queda sin cubrir. Es posible que parte de los motivos por los que las mujeres tienen a experimentar más este tipo de sentimientos.
Otras circunstancias que se presentan, para ambos géneros, tiene que ver con la jubilación, implica mucho más tiempo libre. Así como con el envejecimiento de las familias y la muerte de los padres, con la consiguiente pérdida y dolor. A partir de ese momento, la mirada se va poniendo en un trayecto de vida que hasta ahora ocupan sus propios padres, junto con el deterioro físico de los años
En ocasiones, los sentimientos negativos que esto genera, se aprecian en personas que se han sentido realizadas a través de la maternidad o paternidad, descuidando sus propias necesidades personales. Dichas personas lo viven como una crisis existencial, su vida ha perdido el sentido, no saben que hacer, que hacer con su tiempo o a quién cuidar.
Uno de los principales antídotos para poder superar la crisis, será que la pareja cuide su relación sin ser desplazada por el rol de padres, pontenciar intereses y actividades que favorezcan la unión. A partir de este momento, se inicia un periodo de reajuste y elaboración de nuevos roles de interacción familiar. Esto puede convertirse en un momento de revitalización de la pareja, abre nuevas opciones al adoptar una posición de apertura a otros intereses que no sean los límites familiares. Es buen momento para llenar la vida de nuevos proyectos.
Es importante no vivirlo como una pérdida, sino como un tipo de relación que se transforma. Sin embargo, si se vive con el dolor podrían aparecer síntomas como tristeza, ansiedad e irritabilidad que persistan de forma intensa y nos deterioren en el funcionamiento cotidiano, si es así, será conveniente consultar con un especialista para poder afrontarlo hasta que se extinga ese sentimiento por sí mismo.
Referencia:
Sánchez, Cinthia. (2023). Síndrome del Nido Vacío. Psicología · Instituto de Medicina EGR